Hospital solidario
Rodrigo Ramos, Chile
22 Junio 2024
Mauro no quiere que sus espermatozoides cumplan su objetivo. Su mujer tampoco quiere agrandar la familia. En consecuencia, el hombre de barba desparramada decide anudarse los tubos que conducen el semen, trámite que la medicina denomina vasectomía.
Le brillan los ojos cuando piensa que al operarse en Tacna se ahorrará una buena cantidad de dinero. Con su sueldo de profesor no le alcanzaría para darse ese lujo en Chile. Con los dedos se da toquecitos en la sien y calcula que serían más de quinientos mil pesos. Luego critica al sistema de salud. Epítetos le sobran para tildar a las Isapre. Otra lluvia de palabras generosas contra los médicos. En síntesis, Mauro piensa que el sistema de salud de su país es un asco.
Este ariqueño, autor de un libro de poesía llamado «Escupe», enumera las bondades del sistema de salud del país vecino: tres o hasta cuatro veces más barato, corta brecha examen-diagnóstico y buena dotación de profesionales. Por esto cruzamos la frontera. Ahora Mauro cotiza la operación con un urólogo en el Hospital de la Solidaridad en Tacna, un centro médico destinado a peruanos pobres e indigentes.
Yo mismo compruebo las bondades del llamado «hospital de los pobres», atendiéndome con un oftalmólogo y consiguiendo lentes en un lapso de casi tres horas. Todo por veinte mil pesos. En Chile, el tedioso procedimiento consistiría en ir primero a la Isapre, luego a la consulta y, finalmente, a la óptica. Así, recién en unos días aparecerían los lentes y todo esto a un costo muchísimo mayor. Los chilenos arriban en bus al hospital peruano. El taxista que nos trajo cree que es injusto que se atiendan en un lugar destinado a peruanos de escasos recursos. El ir y venir de enfermos –repite con ironía– lo hace deducir que en Chile la medicina es un privilegio.
No es el único que piensa lo mismo.
El Hospital de la Solidaridad tiene el techo ovalado al estilo de un gimnasio. Las oficinas están distribuidas como locales de un centro comercial. Cada una anuncia una especialidad médica: ginecología, urología, cirugía plástica, y así. Sólo se acogen procedimientos ambulatorios. El hospital atiende todos los días desde las 7:00 hasta las 19:00 horas. Mauro consulta en una oficina por la vasectomía. La secretaria le dice que espere. Se sienta y ve televisión. Tienen un programa de concursos parecido a Yingo. La mayoría de los pacientes son chilenos. Un par de mujeres marcan la diferencia con sus polleras andinas.
Denis Huamanlazo Ordoñez ha sido por cuatro años el director del hospital. Dice que no le extraña que un periodista chileno lo entreviste. “Pues sus com-pa-trio-tas” –remarca las sílabas– “vienen desde Arica, Iquique y Antofagasta, incluso desde Valparaíso y Santiago.” El médico relata que el 40% de las atenciones son para chilenos, pero que la cifra se eleva los fines de semana, alcanzando un 50% y hasta un 60%. “¿Y no considera una patudez que los chilenos vengan a atenderse acá?” –pregunto. Huamanlazo, sin despegar la vista del computador, responde que el concepto del hospital es la solidaridad y en consecuencia se debe atender a quien lo necesite. “No hacemos distinción entre personas ni nacionalidades. El hospital de la solidaridad es para todos” –repite.
Denis afirma que conoce el problema del sistema de salud en Chile, uno de los mejores de Sudamérica, pero al que sólo tiene acceso una minoría. Mientras, la mayoría de los chilenos debe esperar sus turnos en hospitales públicos por horas, días, semanas y hasta meses. Se rasca la pera y menciona que en Perú el acceso a la salud es más igualitario. El taxista que lo trajo le había dicho algo similar: un orgullo de Perú son sus hospitales. En Tacna hay tres para una población de 250.000 habitantes. “Aquí, como es frontera, se vive un clima de confraternidad. La relación con Arica es complementaria” –responde Denis a la pregunta de si sus compatriotas reclaman cuando se atiende a un chileno antes que a ellos.
Al rato me encuentro con Mauro y me cuenta que le fue bien: alrededor de sesenta mil pesos le costará operarse. Así, dentro de 48 horas habrá un poeta estéril.