trocha 11

Rodrigo Ramos, Chile

30 octubre 2022

Trocha es una serie. Puedes leer Trocha 10 aquí.

En Iquique las personas le hacen el quite a la Plaza Brasil, a una cuadra y media de la turística avenida Baquedano. Allí, en carpas, viven alrededor de 150 venezolanos, en lo más parecido a un gran campamento gitano. Llevan varios meses. No se quieren mover. No hay control. La situación es más compleja de lo que esperábamos. El romanticismo que se tiene al gatillar un diálogo, se pierde de inmediato, y uno adopta una actitud más bien defensiva, o te preguntas: realmente qué mierda hacemos ahí. Sabíamos que en los alrededores hay denuncias de robo. Al frente está la comisaría más importante de Iquique, pero no interesa. Hay denuncias peores que ha recabado la prensa local: ofrecimientos de prostitución infantil. Riñas. Alcohol. Pasta base. Es palpable la tensión entre los iquiqueños y los migrantes.  

Quizás debimos comenzar por otro lado. Quizás por una familia. Los padres de unos chicos que persiguen una pelota. 

Vemos unas personas haciendo fuego con palos. Nos acercamos hablar. Nos reciben varios. Todos hombres, entre veinte, treinta y cuarenta años. Parecen reclusos. El más gordo está sentado en un viejo sillón, como un gánster de los barrios bajos de Marsella. 

Conmigo se acerca a hablar un hombre de alrededor de 30 años, más delgado de lo habitual. Al lado, un moreno de metro 90, delgado como una lombriz, escucha la conversación. Otros chamos se reúnen frente a nosotros. Hay de todas las edades. En un momento ignoro si nosotros los acosamos o ellos a nosotros. Uno me pide dinero por hablar sin saber ni siquiera la pregunta. Le aclaramos que somos periodistas, y no de Iquique, sino que de Antofagasta, que va por el mismo camino que Iquique, es decir se atiborra de migrantes ilegales y nadie, ni siquiera las autoridades, saben qué hacer.

Llevamos cuatro, cinco, o seis meses. La prioridad es la educación de los niños ahorita. La prioridad son los discapacitados y los adultos mayores. Si se ordena por prioridades, se puede organizar todo mejor. Hay personas que necesitan ayuda rápido. Aquí en la Plaza Brasil, vivimos 120 personas; a veces somos más y en otras, menos. No somos los mismos que empezamos. Ha entrado y salido gente. En todos lados nos piden papeles para trabajar. Yo soy cocinero. Hay un vacío de los gobiernos. No tengo documentación, no tengo cédula de identidad chilena , no tengo los papeles, entonces cómo me muevo para ganar dinero legalmente. No tengo ni siquiera mi identificación de Venezuela, porque me la robaron en el camino. El viaje es un camino largo, bravo. Pasamos desierto, selva. En Perú y Bolivia te asaltan. Aquí tengo que vender caramelos o limpiar carros. La comida llega de aquí por allá para sobrevivir; aquí, a pesar de todo, y mira, estamos mejor que allá. Aquí hay seguridad social y la comida se consigue fácil. Nuestro país está inseguro. Venimos de Maracaibo, Caracas. Prefiero quedarme aquí esperando que nos den solución.