RETRATO al fin del mar

Carlos López Degregori, Perú

16 de agosto 2021

I.

Amanecen las Islas

y sus lomos negros y húmedos brotan como flores o heridas

que han dormido innumerables años bajo el agua.

Es ciego el sueño de las Islas

y es sordo también.

Un sueño sin luces ni sonidos que las empuja, las acaricia, las golpea,

igual que un blanco corazón.

 

II.

Desde este blanco acantilado al fin del mar

atravesado de oscuras corrientes,

hablo a las Islas que se alejan.

Las Islas vuelan a los pájaros que nunca descansan en la costa.

Besan tormentas,

soles líquidos,

bosques abismales.

Las Islas aman a los barcos que navegan perdidos: 

les abren sus grutas olorosas,

los estrechan en un estallido de rocas y de fierro

y se hunden juntos

acompañados por el bramido de las olas.

Las Islas temen a los faros:

sangran cuando los alcanza su luz incomprensible

y cargan una herida que nunca cerrará.

En los puertos les crecen piernas y brazos a las Islas,

se cubren de andrajos y tatuajes:

vociferan,

maldicen,

duermen ebrias en las plazas

y en su sueño recorren la niebla de los muelles,

los lechos incendiados de los dormidos,

las barcas que se apiñan herrumbradas

como estrellas o ángeles

y señalan con su dedo de piedra

a los futuros ahogados.

 

III.

Las islas son el corazón del mar

y el mar es mi corazón.

Las islas son la enfermedad del mar

y el mar es mi enfermedad:

cada pústula que crezco como un lirio es una nueva isla,

cada fiebre o sangre mía alimenta sus jorobas.

Las islas son las palabras del mar

y el mar se lleva mis palabras.

 

IV.

 Desde este acantilado,

con la sangre abierta al fin del mar,

sean estas palabras perdidas en mi sueño

iguales a ustedes.

Déjenlas sordas y ciegas que resuenen.

No importa.

Ellas sabrán acariciarlas, golpearlas, empujarlas

porque son mi blanco corazón.

 

Retrato al fin del mar es el cuarto poema en la serie Retratos de un caído resplandor, que iremos publicando paulatinamente. Puedes ver el poema que le antecede aquí. Esta serie pertenece al libro homónimo de Carlos López Degregori, publicado en el 2002 por la editorial El Santo Oficio.