mentiras

Stephanie Martínez, México

13 noviembre 2023

Vivimos en un mismo planeta bombardeado por los deseos de cada alma y destrozado por las necesidades de pocos. Tecleo cada mañana desde mi pequeño apartamento, a veces simples obituarios cargados de algo sentimental, insulsos reflejos de personas que no conocí. Otras ocasiones llego a redactar cuentos alegres destinados a colocar un poco de luz sobre mis lectores, pero no es lo que yo realmente deseaba cuando comencé. Quien tiene lo que desea, hizo un pacto con satanás. Es curioso cómo nos conformamos, yo fumando el peor cigarro que pude encontrar y bebiendo un brebaje negro que, según dice la etiqueta, se trata de café. Sigo tecleando pensando en mis sueños rotos, deseando mejor café y simplemente escuchando que resuenan las sirenas; cómo la ciudad se tambalea y amenaza en caer, pero nunca cae y nunca lo hará, al menos eso dicen.

Continúo escribiendo, deseando más, teniendo menos y, sobre todo, anhelando algo que no tengo el valor de salir a buscar. Hace dos meses cerraron mi periódico y me quedé en casa a escribir. Cuando termino, solo lanzo las hojas al viento, quizás alguien las lea o quizás simplemente lleguen a los cuerpos para absorber la sangre que está coagulándose. Tiene casi una semana que dejaron de recoger cadáveres, no hay quien los pueda ayudar y no es que eso importe demasiado; al final solo seremos yo, mi máquina de escribir y este asqueroso café que amenaza en nunca terminarse. Sigo escribiendo, sigo soñando y al final simplemente me sigo pudriendo en mi departamento, que lleva dos días destruido. Fue una bomba lanzada a una base militar, o eso decían. Yo solo sé que aquí no vivía ni un militar, y de los vivos, dudo mucho que les importe lo que decían, lo que importará es que luego de esta guerra sin razón solo sobrevivirá el monstruo helado y nosotros nos pudriremos olvidados, simplemente descritos en algún libro. La guerra terminará y se darán la mano. Los muertos, muertos estarán; solo seremos un recuerdo, una acusación sin fundamentos y una triste historia que censurar de los libros de escuela.