CONFUSIÓN

Lucía Flores Borrat, Uruguay-Canadá

12 marzo 2025

Destino

En aquella sala de embarque, Moira vio gente dormitando en las sillas, pero ninguna valija. Cerró los ojos y se puso a pensar, desorientada. ¿Cómo había ido a parar allí? 

De pronto, una voz en el altoparlante le anunció que Roberto Gómez Siles la esperaba en la puerta C. 

¿El abuelo Tito?—se dijo— ¡Pero si había fallecido hacía un año!

Apuró el paso y, cuando atravesó el vidrio sin lastimarse, lo recordó todo. El camión inmenso, el impacto, el dolor. 

Ya estaba del otro lado.

En el mar

Eran muchos en la balsa.  Se iban del país. Aunque el viaje era difícil, parecía más seguro que atravesar la selva. Se habían marchado para huir de la violencia y la miseria. 

Mar adentro, la balsa se sacudía en las olas como una cáscara de nuez. Con la ropa mojada y el estómago vacío, ya nadie hablaba. En los brazos de su padre, un niño lloraba. 

¿Cuándo llegamos?—preguntó—Tengo frío.

Falta poco. Si cierras los ojos, te cuento otro cuento.

Concentrado en la historia, el niño no vio que el mar se llenaba de duendes y de gigantes.

Altruismo

Al final del otoño, los medios de prensa nos advirtieron que debíamos tener cuidado porque los osos se acercarían a las ciudades.

“Antes de invernar, solo quieren comer, explicaron los especialistas. Como hay menos bosques, insectos y frutas silvestres, suelen robar nuestra comida y luego echarse a dormir.”

Antes de la primera nevada, los vimos llegar. Todos pusimos candados en la cocina, pero fue inútil porque ninguno de ellos intentó entrar.

Ahora, muchos se hospedan en nuestras casas y se sientan en el sofá con nosotros a la hora de mirar películas. Al parecer, les da mucha pena vernos tan solos.

Bermúdez el astuto

Después de varios intentos, el escritor Leandro H. ganó un premio literario. Fue a la ceremonia con su corbata nueva y chispas de luz en los ojos. 

Al fin se reconocía su talento, pensó cuando estallaron los aplausos. 

No hay duda posible, es él—declaró su personaje asesinado de mil maneras en sus libros. 

Llévenlo a la comisaría—ordenó una voz a los agentes del orden. 

El escritor lo entendió. Bermúdez, su inspector protagonista, le había tendido una trampa.

Confusión

Ema era una funcionaria discreta que redactaba informes y recordatorios. En sus juegos de roles, se convertía en la bella Minerva y ayudaba a los desvalidos volando por la ciudad.

Un día se equivocó. Llegó a la oficina sin lentes, con su malla de heroína y sus zapatos altos. Sin decir palabra, tiró los papeles al suelo y se trepó a su escritorio. 

Cuando abrió la ventana y se tiró al vacío, sus colegas gritaron de espanto. Ella solo se alejó entre las nubes hasta volverse un punto diminuto en el horizonte.

Inmigrantes

Celia era la mucama de Irma Sotomayor. Ella le exigía pulcritud y respeto y la llamaba con una campanita por un sí y por un no. 

Después de un año de guerra, todo cambió. Cuando Irma enviudó, vendió su casa y se fue a vivir a un país lejano. Para aprender el idioma, se inscribió en un curso para inmigrantes. 

Un mes después, llegó una compatriota a la clase. Era Celia, y las dos fingieron no conocerse. Ahora nunca se hablan, pero Irma envidia a Celia porque habla el idioma mejor que ella y conjuga los verbos irregulares a la perfección.